jueves, 10 de noviembre de 2011

Adriana Gerbasi diseña un futuro en el mundo de la moda

Desde muy temprana edad Adriana Gerbasi manifestó pasión por el diseño. Una vez finalizados sus estudios en Comunicaciones Publicitarias en la Ucab, no dejó pasar la oportunidad de cursar su verdadera vocación en el extranjero 


Indira Rojas



Condicionada por una definición somera de la moda, la audiencia mira y fotografía a las modelos raquíticas que pasean piezas de características tan hermosas como estrafalarias, y observa, sin detenerse a meditarlo, cómo los medios impresos y televisivos se esfuerzan por explicar que la colección de primavera responde al concepto de la belleza floral. Entender que detrás de The Fashion Week hay un equipo de profesionales que trabaja con esmero y con ideas conceptuales interesantes depende de la percepción que podamos tener sobre la moda, más allá de la sensación de superficialidad y vanidad con la que acostumbramos a definirla.


“El diseño de moda, es mucho más complejo de lo que parece. Antes de llegar al diseño de una colección como tal, hay un trabajo increíble de investigación y desarrollo de conceptos”, expresa Adriana Gerbasi. Hace cuatro años obtuvo su título de licenciada en Comunicación Social, mención Comunicaciones Publicitarias, para luego dedicarse en Milán, Italia, a su verdadera vocación: el diseño de modas. Sus trabajos han sido publicados en la página web de Vogue Italia y obtuvo una beca en el Instituto Marangoni. Su pasión por la moda la traslada ahora a Londres.

La pasarela universitaria

—¿Te sientes ucabista?


—Sí, la verdad estoy contentísima y muy orgullosa de haber estudiado en la Ucab. La Universidad me dio la oportunidad, además de prepararme académicamente, de conocer y vivir realidades que quizás nunca hubiera conocido. A medida que pasan los años agradezco el ser ucabista, y la preparación integral que me dio la Universidad.


—¿Qué extrañas de la Universidad?


—¡Ufff! Muchísimas cosas. Esa época es lo máximo, lástima que en ese momento aún no lo sabíamos. Extraño sobre todo el día a día, el ambiente, mis amigos, las reuniones en las casas para los trabajos en equipo, las fiestas…


—¿Recuerdas alguna anécdota divertida o graciosa de tu vida universitaria?



— Yo tengo una fobia a las ratas increíble, de verdad me producen miedo. Recuerdo que estábamos en una clase de teatro viendo una película, cuando por debajo de la mesa donde estaba el televisor pasó una rata. Se pueden imaginar mis gritos. Todo el salón salió disparado del teatro, y obviamente todos nos negamos a devolvernos a terminar de ver la película. Después de un rato, la profesora nos convenció de que entráramos. No llevábamos ni cinco minutos dentro cuando “ella” decidió aparecer de nuevo.


—¿Aún tienes contacto con tus amigos ucabistas?

—Sí, con mi grupo cercano sí, aunque lamentablemente estemos todos regados por el mundo. También hay mucha gente que no veo desde que nos graduamos, sería cool hacer un reencuentro.




Adriana Gerbasi cursó sus estudios

de diseño de modas en Milán 



Estudiar la moda
—¿Cómo logras complementar tu carrera universitaria con el diseño?


—Me ha servido mucho mi carrera como comunicadora en el ámbito del diseño. Después de graduarme trabajé tres años en el área de las comunicaciones, sobre todo en el área de desarrollo de conceptos creativos para las relaciones públicas y organización de eventos, y todas las cosas que aprendí durante mis estudios en la Ucab, y en mis trabajos anteriores, las aplico a diario en mi labor como diseñadora.


—¿Cuáles han sido tus trabajos más importantes como diseñadora?

—Estos dos últimos años he estado enfocada en prepararme profesionalmente como diseñadora. Luego de estudiar un intensivo de un año en diseño de moda en el Instituto Marangoni de Milán, realicé un curso de especialización de diseño de zapatos en el Instituto Europeo de Diseño de Milán.


Una de las satisfacciones más grandes que he tenido es que mi colección inspirada en el artista venezolano Jesús Soto, que presenté como trabajo de tesis, haya sido publicada por Vogue Italia en su portal Web el diciembre pasado, en una sección llamada Vogue Talents.


Acabo de ganarme una beca para un máster en Fashion Accessories en el Instituto Marangoni. Lamentablemente, no pude aceptarla porque ya tenía otros planes fuera de Italia.

—¿Cómo influye tu carrera como diseñadora en tu vida personal?

—Muchísimo, me cambió la vida completamente. Antes de tomar la decisión de venirme a Italia a estudiar moda ya tenía una carrera en el área de comunicación, y había empezado a formar mi experiencia profesional. Decidí dejarlo todo por mi pasión por el diseño y empezar de cero. Esto me dio la oportunidad de independizarme, aprender a vivir sola lejos de la familia y de mi país, y de trabajar realmente duro por lo que considero mi sueño y proyecto de vida.


—¿Qué proyectos planeas para el futuro?


—Seguir preparándome académica y profesionalmente, y poco a poco desarrollar mi propia línea de moda.


—¿Qué extrañas de tu país?


—Extraño mucho a Venezuela. Los venezolanos somos personas especiales, y cuando vives afuera aprendes a valorar muchísimo más el país. Extraño el carisma de la gente, las playas, el clima caraqueño, mi familia, mis amigos, las empanadas y, sobre todo, extraño compartir los momentos especiales con mis seres queridos.

*Esta entrevista fue realizada originalmente para El Ucabista.

martes, 5 de julio de 2011

Precaria planificación urbana perjudicaría equilibrio ambiental en la capital

El desarrollo sustentable de la ciudad es una premisa ambiental que debe considerarse a la hora de plantear soluciones habitacionales en la urbe caraqueña

Indira Rojas




Las fuertes precipitaciones ocurridas en diciembre de 2010 y a principios del año 2011, especialmente en abril, fueron una advertencia y un llamado de atención para los organismos y autoridades a quienes les compete la formulación y ejecución de políticas públicas y planes de desarrollo urbanístico. En vista de la emergencia que significó la ubicación de los damnificados resultantes del fenómeno, teatros y museos sirvieron incluso de refugio. La problemática habitacional, que ya se venía perfilando como uno de los puntos más importantes en la agenda pública nacional, se convirtió en un fenómeno demográfico desproporcionado que pedía a gritos una solución urgente.


El mandatario nacional, Hugo Chávez, prometió la erradicación del problema con la creación de la Gran Misión Vivienda Venezuela, en la que se ha planteado la construcción de más de cien mil domicilios para este año, bajo una serie de decisiones que no contentan a muchos especialistas demográficos y sociólogos del país.


La precaria planificación con la cual se está llevando a cabo el proyecto podría incidir negativamente, y a largo plazo, en la calidad de vida de los venezolanos que se conviertan en propietarios de los domicilios; no sólo por la falta de servicios básicos y la mala administración del espacio público, también porque la ejecución de la misión podría traducirse en daños ecológicos, que empeorarían la situación y que sólo completarían el cuadro de desorden urbanístico de Caracas.

Respondiendo a la política

La lección sobre gestión ambiental urbana no fue aprendida a cabalidad y las supuestas soluciones a la vivienda han surgido de la emergencia, lo cual no permite establecer garantías a largo plazo sobre la calidad de su desarrollo y ejecución. La Misión Vivienda es un caso de este tipo: de respuestas inmediatas, que además pretende ser un gestor expedito de remedios contra el problema habitacional y los damnificados de los pasados torrenciales. Proyectos como estos corren el peligro de convertirse en una utopía.


“El objetivo estratégico que nos hemos planteado de resolver el tema de la vivienda en el marco del socialismo, como lo hemos dicho nosotros estamos en una lucha feroz contra la muerte y la barbarie que significa el capitalismo, en su alto contenido de exclusión y explotación de los más humildes, que ha excluido al pueblo al derecho del acceso a una vivienda, educación y la salud”, indicó Rafael Ramírez, vicepresidente del Órgano Superior de Vivienda.


Así como se propone, la Gran Misión Vivienda Venezuela pertenece a los tantos planes de política anti déficit, los cuales no responden a una planificación urbana real que incluya el desarrollo de un ambiente ecológicamente equilibrado. La Ley Orgánica del Ambiente define el desarrollo sustentable como un “proceso de cambio continuo y equitativo para lograr el máximo bienestar social, mediante el cual se procura el desarrollo integral, con fundamento en medidas apropiadas para la conservación de los recursos naturales y el equilibrio ecológico, satisfaciendo las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las generaciones futuras”.



El investigador Alfredo Cilento Sarli, en su trabajo Penuria habitacional y vulnerabilidad urbana. Una revisión necesaria, advierte: “Alojar apropiadamente a millones de familias no es el problema de vivienda, ni se resuelve construyendo masivamente nuevas viviendas en cualquier lugar para el eliminar el supuesto déficit”.Rodrigo De Sousa Hernández, asesor científico del portal informativo Círculo Ambiental, afirma que el término comenzó a utilizarse de manera masiva en la década de los 60, “tras los efectos más graves y generalizados del daño ambiental”. Las sociedades comenzaron a preocuparse por mantener la calidad de vida de las comunidades con un mínimo impacto sobre el ambiente, de allí la importancia de evaluar el desarrollo sustentable en la planificación urbana. 


También considera que la premisa de un escasez de viviendas ha sido usada para llevar a cabo negocios rápidos de construcción, así como muchos gobernantes se han servido de esta para plantear soluciones habitacionales con expectativas jugosas que nunca llegan a cumplirse. Bajo estos criterios, el desarrollo sustentable de una ciudad, así como su planificación ecoeficiente, queda en segundo plano en el mapa público, y aún cuando las políticas son planteadas de manera ideal su ejecución es otra historia.


El vacío institucional

En el artículo 127 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se establece el derecho de los ciudadanos a disfrutar un ambiente sano, seguro y ecológicamente equilibrado; y señala como obligación fundamental del Estado garantizar el cumplimiento de estas premisas, acompañado por la participación de la sociedad. En Venezuela la legislación sobre la protección y gestión ambiental es amplia, contando con estatutos como la Ley Orgánica del Ambiente, Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio, Ley de Meteorología e Hidrología, y la Ley de Bosques y Gestión Forestal.

A este soporte legal se le agrega las diferentes autoridades a quienes competen estas áreas, tales como el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente, la Compañía Nacional de Reforestación (CONARE), y la Fundación de Educación Ambiental (Fundambiente); además de organizaciones no gubernamentales constituidas como promotores de soluciones a las diferentes problemáticas ambientales. Círculo Ambiental registra en su base de datos ochenta y nueve instituciones dedicadas a tareas ecológicas en el país.

Este panorama propone que la cuestión ambiental y ecológica se encuentra representada en organismos y documentos legales, por lo cual las trabas y dilemas en estos aspectos no se originan por un vacío de entidades, al contrario, tienen sus raíces en el cumplimiento superficial de sus directrices. Para De Sousa, las leyes ambientales en Venezuela poseen un enfoque prohibitivo y esto no cumple con el desarrollo sustentable y la gestión ambiental urbana, dos temas con voces muy tenues en las instituciones venezolanas, incluyendo aquellas dedicadas al impulso urbanístico de las ciudades.


De las casi cien organizaciones que registra Círculo Ambiental pocas circunscriben su misión y objetivos en estos temas. Los más frecuentes son el tratamiento de los desechos sólidos, la contaminación del agua, los hidrocarburos, energía-ambiente, temas sobre las zonas costeras, turismo, seguridad industrial, protección de la fauna y la flora, reciclaje y participación ciudadana. En mayo de 2011, Red de Organizaciones Ambientales no gubernamentales de Venezuela (Red Ara) publicó el documento “Aportes para un diagnóstico de la problemática ambiental de Venezuela”, que tiene por objetivo exponer los resultados de una evaluación sobre la situación del país en materia ambiental. La investigación está enfocada en siete puntos claves, entre los que se incluyen el impacto de la actividad petrolera, la gestión de los recursos hídricos y los desechos sólidos. Los temas que abarcan el desarrollo sostenible en las ciudades y planificación urbana y ambiente están ausentes, quedando un gran vacío para una metrópoli que se hincha vertiginosamente y se va haciendo chica frente al crecimiento demográfico, fenómeno acompañado en la actualidad por una crítica situación de damnificados en el país.
La misión posee un documento legal que define y reglamenta los diferentes procesos de venta y propiedad que corresponden: la Ley del Régimen de Propiedad de las viviendas de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Sin embargo, no se encuentra una referencia pública de esta naturaleza que reglamente la construcción de las viviendas programadas en la misión, un proceso que debe seguir criterios de planificación rigurosos y prevalecer sobre cualquier afirmación ideológica.El artículo 68 de la Ley Orgánica de Ordenación Urbanística establece: “Todo proyecto de urbanización debe prever las reservas de terrenos para la localización de edificaciones, instalaciones y servicios colectivos que se requieran de acuerdo con los planes de ordenación urbanística y normas urbanísticas aplicables, en función del tamaño, destino, densidad de población, ubicación y demás características del desarrollo”.


Igualmente, la directora del Instituto Metropolitano de Urbanismo, Zulma Bolívar, advirtió que si bien se dispone de siete mil ciento veinte hectáreas desocupadas, no todas son desarrollables.

Armonía ecológica 

Para la planificación de las ciudades es necesario plantear y ejecutar proyectos que minimicen el impacto ambiental, ya que el concepto de calidad de vida en las urbes modernas está asociado con el de calidad del ambiente, definida en la Ley Orgánica del Ambiente como las “características de los elementos y procesos naturales, ecológicos y sociales, que permiten el desarrollo, el bienestar individual y colectivo del ser humano y la conservación de la diversidad biológica”.

Sin embargo, en Venezuela los puentes entre las políticas ambientales y la realidad, en el marco del desarrollo de la ciudad capital, están fracturados.




“La perspectiva del verde urbano va más allá de los parques y jardines tradicionales, abarca todos aquellos elementos territoriales que juegan un papel ecológico en el entramado urbano”, expresa el ente gubernamental CONAREpero por otro lado la Oficina Presidencial de Planes y Proyectos Especiales, Opppe, tomó aproximadamente 300 Mt2 en las áreas verdes de Bellas Artes ubicadas al lado de los cultivos organopónicos, y se plantea el derrumbe de 78 árboles en el Paseo Vargas. El objetivo es utilizar los terrenos para la construcción de viviendas que serán ocupadas por damnificados: ciento catorce viviendas y siete edificios, respectivamente. 


Ignorar los criterios de ecoeficiencia y ecodiseño en la construcción de desarrollos habitacionales en Caracas representa una irresponsabilidad ante a los nuevos retos que deben asumir las autoridades, frente al incremento de la población y las necesidades en materia de vivienda que esta requiere para una vida integral.

Vitalisorganización venezolana no gubernamental, publicó un informe de balance ambiental del año 2010 en el que plantea como una de las problemáticas “la posible ausencia de las Evaluaciones de Impacto Ambiental (EIAs) en algunos proyectos urbanísticos, agrícolas, turísticos y de infraestructuras, locales, regionales y nacionales, obligatorias en el marco jurídico vigente y en particular la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”.


Por otro lado, también existen alternativas para reducir el impacto ambiental durante la ejecución de la construcción. La firma consultora ambiental PlaniGestión propone tres etapas en este proceso: selección del terreno, diseño del proyecto, ejecución y ocupación de la obra, la cual corresponde con el monitoreo del plan de seguimiento ambiental de la misma. La organización advierte que actividades como limpieza del terreno, estudios de los suelos, movimientos de tierra, instalación de servicios eléctricos y sanitarios y uso de maquinarias “ejercen efectos, directos e indirectos, sobre el ambiente natural”.


Mucha gente y poco espacio


Es evidente que la ejecución de la Misión Vivienda se planteó un problema inicial: ¿Dónde hay espacios para construir? Las metas a largo plazo de este plan gubernamental estipulan la construcción de dos millones de viviendas hasta el año 2017 distribuidas en diferentes zonas del país, principalmente la capital, y Caracas ya no parece aguantar más gente sobre su lomo. En efecto, se plantea edificar en terrenos expropiados, en zonas verdes de la capital, e incluso en espacios del Fuerte Tiuna.


Los expertos temen por la calidad de vida de los habitantes de estas nuevas viviendas, dado que aunque la misión resuelve la falta de techo, no ha anunciado un plan de desarrollo conjunto de servicios básicos, sistemas de salud y de educación, vías urbanas, transporte público y opciones de empleo. La saturación de población en la ciudad enfrentada a la falta de servicios, o la falla de estos, también implica un impacto ambiental para la capital. “Podemos encontrar un aumento del tráfico, que trae consigo contaminación atmosférica y disminución en la calidad del aire, contaminación del agua, así como también se perjudican los suelos”, afirma De Sousa. Explica, en relación a la última problemática, que los suelos deben ser estudiados en cuanto a la densidad de población que pueden soportar, sus pendientes, sus propiedades y sus características. Asimismo, PlaniGestión indica que se deben usar según sus capacidades y debe prevenirse su degradación.


En este sentido, las construcciones realizadas en zonas de riesgo no sólo afectan a los suelos, también perjudican a las familias que habitan en estas zonas de vulnerabilidad, expuestas a los eventos naturales y meteorológicos o a un deslave sorpresivo, dado que el terreno puede ceder en cualquier momento.


El crecimiento, hasta ahora imparable, de la expansión ilegal y de las invasiones es la preocupación principal de esta problemática en Caracas. “Mientras la población total del Área Metropolitana de Caracas se incrementó entre 1950 y 1990 en un 300%, la población en zonas de ranchos aumentó, en el mismo lapso, en un 878%”, indica Cilento. Agrega que entre 1990 y 2006 la población no creció al mismo ritmo, pero las condiciones empeoraron. De Sousa expresa que la expansión ilegal también contribuye a la pérdida de especies.



También se estima que Ciudad Tiuna reportaría más de cien toneladas de residuos diariamente, y, suponiendo que una de cada cuatro familias poseerá vehículo, se incrementará en 71% el tránsito en la Valle-Coche en horas pico, aumentando paralelamente las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. 


Al agudizarse la problemática del tráfico, también se agrava la contaminación sónica. Vitalis es una de las organizaciones que ha tomado en cuenta esta problemática, advirtiendo un “uso indiscriminado de sirenas y cornetas”.


De Sousa indica que es necesaria la construcción de autopistas hacia los Valles del Tuy, y concebir las obras del metro de Guarenas para el triple de personas sobre el número estipulado originalmente, esto dentro de un plan de políticas públicas “bien pensadas”. “Muchos países, como las naciones escandinavas, han probado que el progreso no está en contra del ambiente”, comenta el ingeniero agrónomo, quien resalta que curar los males domiciliarios del país, las expansiones ilegales y el impacto ambiental es un proceso de planificación a largo plazo, que debe considerar la dinámica económica y social del país.


miércoles, 18 de mayo de 2011

Cambios en la gerencia de los museos redujo la calidad expositiva



Indira Rojas



Los espacios del Museo de Bellas Artes pueden sentir la falta del calor humano. Al entrar, el vacío de los pasillos y las salas constituye una imagen inmediata, interrumpida de vez en cuando por uno o dos transeúntes que deambulan por el lugar. Ese lunes de marzo por la mañana, las salas dispuestas alrededor de la fuente, la cual refugiaba en su interior un verde pozo de agua estancada, se encontraban dormitando tras puertas cerradas. Un cartel pegado a las puertas de vidrio, forradas en papel bond blanco, anunciaba con educación: “Disculpe, sala en montaje”.


En el anexo del museo, que fue encargado a Carlos Raúl Villanueva por falta de espacio para albergar las colecciones, se exhiben obras de diferentes artistas latinoamericanos distribuidas en seis muestras temáticas, entre las que se incluyen “Abstracciones”, “Devociones” e “Imaginarios libertarios”. En los espacios de la estructura vertical, inaugurada en 1973, no hay rastros de las cerámicas chinas ni del arte egipcio que alguna vez reinaron relucientes como muestras permanentes.


La situación no es exclusiva del Museo de Bellas Artes. Curadores e investigadores venezolanos advierten que las instituciones museísticas caraqueñas padecen condiciones de abandono y dejadez, que no observaron en otras épocas. El Museo Alejandro Otero, MAO, comenzó a ser objeto de observación constante de la prensa y la opinión pública luego de convertirse en el refugio de más de trescientos damnificados por las lluvias, en diciembre del año pasado. Las autoridades de la institución afirmaron que las obras se encontraban resguardadas en una bóveda en perfectas condiciones, y que la seguridad del museo se encargaba de proteger las instalaciones y a sus inquilinos temporales.

Con la creación de la Fundación Museos Nacionales evolucionó la crisis en la administración y conducción de estos espacios, debido a la centralización de las decisiones correspondientes al registro de las obras, publicación de investigaciones y programación de las exposiciones. La falta de autonomía de los museos condujo al declive progresivo de la cantidad y calidad de estas últimas, las cuales se manejan actualmente con un criterio de selección poco convincente.


Una organización, quince museos


La coordinación programática en los museos y su administración era llevada de forma directa por sus directivos hasta el 2005, año en el cual el Ministerio de la Cultura instituyó la Fundación Museos Nacionales. Bajo su jurisdicción quedaron quince museos que desde entonces tendrían una nueva gestión administrativa, que dependía enteramente de la institución.

La Fundación Museos Nacionales funge como nuevo patrono. Centraliza toda la parte administrativa y, en sus comienzos, no interfería en las programaciones expositivas. Sorprendentemente, en su primer año de existencia fue bastante diligente en todo lo referente a lo administrativo, pues aún las decisiones eran tomadas por los directores de museos con sus respectivos equipos de trabajo”, señala Susana Benko, investigadora de arte, curadora, y museóloga.


Benko, quien trabaja actualmente en la FMN, manifiesta que en un principio sus expectativas con respecto a la fundación se inclinaron hacia lo positivo, un balance posible entre trabajo en equipo y manejo apropiado de los recursos. Señala que “los requerimientos eran cumplidos, y lo financiero no fue por un tiempo motivo de obstáculo para llevar los diversos proyectos a término”.


Sin embargo, Milagros González, quien laboró como investigadora del Museo de Bellas Artes hasta el 2009, explica que “la FMN se vendió como una idea positiva de la cual muchos dudábamos”, pero que esto no implica que sus inicios hayan constituido una gestión efectiva. Según su experiencia, el surgimiento de la fundación significó un paso hacia atrás para los museos venezolanos. “Se vendía como algo novedoso, pero esa era la misma situación que existía antes de que a principios de los noventa se crearan las fundaciones de estado. Antes, para pedir un lápiz había que hacer una requisición al Consejo Nacional de la Cultura, CONAC. Lo que se hizo fue dar una vuelta en círculo para regresar a la gestión administrativa centralizada que se tenía antes de los años noventa”.



La exdirectora de los museos Armando Reverón, MAO y Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, Katherine Chacón, secunda las afirmaciones de la investigadora y advierte que existieron constantes advertencias sobre el impacto negativo que la FMN podría traer, realizadas por expertos en el área museística con extensa trayectoria. “Un buen grupo de personas sabíamos que esta centralización iba a ir en desmejora de los museos, como ya se había comprobado, y superado, durante la existencia del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, INCIBA, y del CONAC”.


En efecto, con el tiempo la institución centralizó decisiones que no le correspondían en sus inicios y los museos perdieron su autonomía. “La fundación se torna en un megamuseo”, apuntó Benko, quien asevera que la principal consecuencia ha sido la paralización de la actividad en estos espacios para el arte.


Por su parte, Chacón comenta que durante los primeros años de su gestión en el Museo de la Estampa y del Diseño CC-D gozó “de una autonomía casi absoluta”, que le permitió desarrollar diversos programas; como el aumento de las piezas de la colección y el equipamiento del taller de conservación de papel. Sin embargo, su experiencia en el MAO fue diferente y marcó su salida del mismo. “Los directores teníamos que consultar a la FMN hasta los más mínimos detalles de gerencia”, destacó.


Calidad en picada


El periodista Rubén Wisotzki, director actual del MBA, indicó recientemente que el recinto es visitado aproximadamente por 300 o 400 personas diariamente. El público que llega a pasearse por sus instalaciones comprende a estudiantes de diferentes instituciones educativas, parejas y familias. La cifra no satisface a Wisotzki, quien desea cuadriplicar el número de visitas del museo.


Para lograr su cometido, el periodista se ha planteado emprender proyectos artísticos comunitarios, y dejó a un lado la importancia de la adquisición de obras nuevas para actualizar las colecciones. Sin embargo, más allá de esta función primaria del museo, cabe resaltar que la función social no es un planteamiento novedoso. González expone que las actividades para las comunidades ligadas a las exposiciones siempre han existido. “Participé en un proyecto con las Casas Don Bosco, entre 1999 y 2001, que reunía un equipo multidisciplinario: educador, psicopedagogo, artista y facilitadores, para trabajar con niños que habían vivido en situación de calle. Siempre se habían realizado domingos familiares, visitas guiadas y un paquete de actividades diseñado para cada exposición”, menciona la investigadora.


Las políticas que posee actualmente la Fundación Museos Nacionales tienen una repercusión inmediata en el tipo de muestras que se hallan en los museos, y en la frecuencia y cantidad de exhibiciones que se realizan en sus salas. Félix Suazo, quien trabaja para el espacio Periférico Caracas/Arte Contemporáneo, ubicado en Los Galpones, sostiene que “las prioridades de la FMN están supeditadas a las divisas ideológicas del Ministerio de la Cultura y del gobierno actual. Las exposiciones no son una prioridad, excepto aquellas que tengan indicios doctrinarios”.


Esto ha provocado el surgimiento de una nueva élite alrededor del disfrute del producto artístico. Chacón explica: “Se prefieren hoy en día los estudios acerca de las colecciones, lo cual está bien, pero siento que el tema político o de análisis social está presente como única vía de análisis. A mi manera de ver, empobrece el acercamiento plural a la obra de arte”.


Igualmente, el artista nacional se encuentra en una posición de desventaja a la hora de solicitar espacio para exponer su obra pictórica o su escultura, sobre todo si sus creaciones no poseen el componente ideológico que se pretende mostrar en las instituciones museísticas a través del arte.


Benko señala, refiriéndose a las exposiciones temporales, que: “Es evidente que se otorgan recursos a las exposiciones que exalten de alguna manera los intereses del gobierno, caso muestra del Bicentenario 1810 que fue multimillonaria, o muestras que tengan alguna afinidad ideológica, como en el caso de Burri, Zapata y Niemeyer”.


Tanto el artista como sus proyectos se encuentran atados por las decisiones centralizadas y parcializadas de la fundación, trayendo consigo la paralización de actividades y exhibiciones con potencial y de carácter contemporáneo. Actualmente, González vive en Florida, pero recuerda que en los últimos años trabajó en el área de los museos, el interés por la actividad expositiva era opacada por la concentración de poder en la toma de decisiones en los programas. “Por otro lado, había una preferencia muy grande por los proyectos estratégicos del ministerio, lo que por lo general secuestraba la programación, comprometía los espacios y los recursos o simplemente transformaba al museo en un área para eventos con las instituciones del estado”, expresó la especialista.


Además de esto, todas las colecciones que pertenecían a cada museo son ahora parte del inventario de la FMN, que reúne actualmente 25.000 piezas. En efecto, aquel que esté contemplando una obra y gire su cabeza en busca de la ficha de identificación se sorprenderá al notar que en ella no se encuentra señalado el museo al cual está adscrita.


“Se identifican las obras como colección de la FMN, y esto evidencia el deseo de la actual política cultural, no sólo de centralizar las colecciones en un depósito común, sino de continuar con el desdibujamiento de los perfiles de los museos”, explica Benko. El perfil al que se refiere la investigadora es la identidad del museo, que “se consolida principalmente por las colecciones que custodia cada uno de ellos”. Esta problemática lleva consigo un problema adjunto que funge como su principal catalizador. Se refiere a los insuficientes criterios de selectividad para la organización de las obras de una sala, que deben ser colocadas bajo un estudio de museología.


Asimismo, las exposiciones individuales estaban prohibidas, una normativa que está siendo considerada, ya que hay gran interés para retomar este tipo de montajes. Las muestras permanentes de un museo son importantes para crear y mantener un perfil, pero esto no le resta importancia a las exhibiciones de forma temporal, que son la verdadera representación de cómo la FMN realiza su labor al momento de la modernización del museo. Para Suazo, es vital que “las exposiciones muestran los avances de las investigaciones y mantienen actualizados a los visitantes; además de ser una manera de mantener la atención sobre la labor museística”, según el ideal de un buen museo.


El desarrollo de la actividad museística en Venezuela se realiza bajo criterios sesgados, y los montajes responden a una estructura mal diseñada. Milagros González indica que poseen un “discurso expositivo con huecos, incompleto o excesivamente lineal. Hay exposiciones pobres en contenido que por lo general menosprecian al público. Se tiene la idea de que hay que bajar el nivel de las exposiciones para que el público las entienda, y esa es una idea terrible que menosprecia a los visitantes”.


Recientemente, la gestión actual de Vivian Rivas, en la dirección de la Fundación Museos Nacionales, ha dejado entrever mejoras superficiales en algunas instituciones y espacios, según las experiencias que Benko y Chacón han vivido en el Museo del Diseño y la Estampa CC-D en abril de este año. Ambas coinciden en que observan un apoyo más concentrado hacia las exposiciones, y la curadora Susana Benko manifestó que se están llevando a cabo foros y debates que buscan “fomentar el diálogo en temas muy interesantes”.


También reconoce que, a pesar de los obstáculos que han creado las políticas actuales de la FMN en la programación autónoma de los museos, han tenido aciertos con exposiciones de calidad conceptual, tales como las muestras de los artistas plásticos venezolanos Magdalena Fernández y Alfredo Ramírez, en el Museo de Arte Contemporáneo.


La adquisición de las obras


Entre las prioridades establecidas en la agenda de la Fundación Museos Nacionales no está en un primer plano la adquisición de obras. Según el director del Museo de Bellas Artes, las políticas que regían los museos en el pasado se basaban en una “práctica sanguinaria que consistía en acumular y acumular”, una gerencia vinculada al prestigio y a la competencia, y por ahora sus intereses no están guiados a la modernización ni enriquecimiento de las colecciones permanentes.


El Comité de Adquisiciones que poseía cada museo fue eliminado. “Este estaba conformado por gente conocedora de obras según el perfil del museo y se sustituyó por un comité formado por los directores de los museos”, expone Benko, quien afirma que aún así en los años 2007 y 2008 se lograron adquirir algunas obras.


El nuevo complejo directivo ofrece un problema crucial en su constitución, y es la gran cantidad de inexpertos en artes o curaduría, lo cual hacía cuesta arriba la apropiada discusión de los temas gerenciales y la resolución oportuna y certera de los posibles programas. Benko detalla que “como en su mayoría los directores de museos de ese momento eran provenientes del área de Educación, no especializados en el área y sin experiencia en el trabajo con obras de arte, no tomaban decisiones”.


En el transcurso del año 2009 no se compró nada, por desorden organizacional de la FMN, ya que la partida de adquisiciones no se utilizó de manera total en el año 2008. “Todas las propuestas de adquisiciones y donaciones quedaron sin aprobación, pues las colecciones, salvo contadas excepciones como las del Museo de Arte Popular que por razones obvias tenía que comenzar a coleccionar, no fueron enriquecidas, lo cual ha generado un vacío de la representación de un buen período del arte venezolano contemporáneo en los museos y aún, la pérdida de importantes oportunidades de adquisiciones que estarían enriqueciendo nuestro patrimonio”, concluyó Chacón, quien perteneció al comité por un tiempo.


Profesionales sin voz



Los montajes de calidad conceptual y estructural también han menguado por la carente participación de los investigadores de arte, museólogos, críticos y demás especialistas del campo, en su desarrollo y articulación. La principal razón de este fenómeno es la sustitución de los profesionales del arte en Venezuela en los cargos directivos de los museos y de la fundación, por funcionarios inexpertos, de poca o nula trayectoria en el arte de la museología, y de carreras poco especializadas en esta área. El devenir de las fallas administrativas y la desvalorización de la opinión profesional se vieron llegar con prontitud.


“El cuerpo de investigadores de los museos cada vez es más reducido y muy mal pagado”, señala la expresidenta del MAO. Seguidamente agregó: “No me explico cómo puede estar siendo llevada la programación sin la presencia de curadores”.


Chacón afirma que esto es señal de un estado de abandono de la actividad museística, que aunque no tiene que ver con infraestructura o financiamiento, explica la urgente necesidad de restablecer la calidad de las viejas exposiciones. El cuerpo de especialistas en arte es vital para el correcto funcionamiento de la logística de un museo. “Eso es como que a un hospital les quitaras los cirujanos, los equipos, los estudios y sólo te quedaras con que está limpio y arregladito”, dijo Chacón.

Félix Suazo ubica el “éxodo de profesionales” a partir del año 2000, e indica que el despido de algunos directores, incluyendo a Sofía Ímber, “desencadenó la salida posterior de curadores, investigadores y otros técnicos".

miércoles, 13 de abril de 2011

Teatro en espacios alternativos elimina la distancia con el espectador

La propuesta espacial del teatro venezolano rompe los protocolos y se moviliza hacia contextos no tradicionales que permiten un encuentro cercano con el público

Indira Rojas


“El conserje se estrenará este sábado 6 de marzo, a las 7 pm, en la librería Kálathos”, se lee en la página web del Teatro de la Uva el 2 de marzo de 2010; y al caminar por el boulevard de Sabana Grande te tropiezas con una multitud articulada, que se está entrelazando codo a codo en torno a un performance de danza y dramatización, cortesía de PDVSA La Estancia. Lo primero que nota el espectador es que no se encuentra en una sala, ni dentro de una edificación llamada teatro, y aún así está presenciando una función teatral.


Algunos grupos de teatro venezolano están imitando a países como Argentina, Uruguay y España, que se han animado a desplazar las obras fuera de las tablas para llevarla a las calles, las plazas e incluso los restaurantes.


Este fenómeno vislumbra una nueva clase de espectáculos que incluyen los stand up comedy y la danza contemporánea, lo que sugiere una interrogante clave sobre qué es el teatro contemporáneo. Esta expresión artística está cambiando de forma, estructura, lugar y elementos. Existe una adaptación de su propia naturaleza y concepto a las nuevas maneras de hacer y ver las piezas teatrales. Que el espacio no esté condicionado para la puesta en escena no es una limitante para los actores, y muchas compañías de teatro adecuan los libretos y guiones dramatúrgicos para presentarlos en lugares desprovisto de palco, telón y tablas, donde concurren con frecuencia los caraqueños.

Los espacios alternativos

A finales del siglo XVIII abre sus puertas el primer Coliseo de la ciudad de Caracas, en vista de la necesidad de erigir una institución y un espacio para las representaciones dramáticas. Para mediados de 1800 aumentó la presencia de teatros en la capital venezolana, algunos con una duración fugaz, y también se registró durante esta época la participación de grupos y compañías teatrales extranjeras.


Antes de la instauración del teatro como un espacio acondicionado para la representación de piezas dramáticas, comedia y otras expresiones artísticas, fungían como lugares de encuentro para el disfrute de éstas las plazas, las casas y mansiones de familias de élite, los festivales y otros eventos públicos.


Actualmente se está desarrollando el fenómeno contrario. Aunque las salas tradicionales de los grandes teatros caraqueños aún llenan sus butacas, éstas no son el único lugar donde se puede ver una obra. Los ambientes alternativos donde se realizan las presentaciones son llamados espacios no convencionales, término muy utilizado por diferentes grupos actorales en el país y en el extranjero.


Juan Carlos De Petre, actor y literato que lleva la dirección del Teatro Altosf, explica que “espacios no convencionales son todos aquellos que inicialmente no fueron destinados al teatro”. Sin embargo, De Petre tiene como premisa que “cualquier sitio puede albergar un hecho teatral”, ya sea un galpón, una plaza, e incluso un barco o una iglesia.


El grupo Altosf, según su director, cree en el teatro de lo desconocido como propuesta creadora. “Se trata de una metodología concreta y precisa que conduce al encuentro con lenguajes expresivos inéditos, tanto individual como grupalmente”, explica De Petre, creador de este concepto, en el cual los actores tienen suficiente libertad como para ser también los autores de la obra durante su desarrollo.


Por su parte el Teatro de la Uva se propone la realización de cortoteatros, un formato breve de representación teatral, en espacios no comunes para el público.


Ambos grupos constituyen ejemplos clave de la construcción de un nuevo tipo de arte teatral en el país. El teatro alternativo no sólo se define de acuerdo a este cambio de locación, y los espectadores deben advertir este fenómeno. Marysol Gómez Cova, integrante del Teatro de la Uva, expresa: “Cuando una puesta en escena es diferente, cuando el teatro se hace en la calle, cuando hay un elemento novedoso o sorpresivo, cuando intervienen efectos multimedia, entre otros, pienso que todo esto, cada uno en su medida, se sale de ciertos convencionalismos y cae así en el deseo de buscar una manera diferente de hacer teatro”.


Sin embargo, el hecho de presentar obras en lugares no condicionados para ello representa también un cambio en los lenguajes expresivos propios de la dramaturgia, que desembocan en muchos de los aspectos que menciona Gómez. La puesta en escena debe ajustarse a la luz, las dimensiones del local y la cercanía con el público. Por ejemplo, Eduardo Castañeda, propietario del restaurante La Guayaba Verde y chef director del mencionado establecimiento, afirma que apuesta por un teatro de autor serio pero sencillo, de máximo cuatro actos.


La Guayaba Verde es un local de cocina venezolana que se ha caracterizado por servir como casa de diferentes expresiones artísticas de autores venezolanos. Según su dueño, esto es parte de la oferta del restaurante, basada en la experiencia integral del cliente.


Las salas “cuentan con los recursos técnicos necesarios para que un montaje pueda llevarse a cabo sin ningún tipo de contratiempos”, señala Gómez. Sin embargo, actualmente existe una proliferación del teatro en contextos alternativos; aunque éstos puedan resultar incómodos y todo un reto para la proyección de las voces o la iluminación de las escenas.

La razón económica

“La razón más elemental es porque cada vez existen menos espacios teatrales”, afirma De Petre al explicar el porqué de este fenómeno. Gómez le secunda en su opinión al expresar que existe “una necesidad desesperada por crear” y paralelamente hay una falta de espacios a su disposición.


Sin embargo, el caraqueño que desea ver una obra teatral un fin de semana puede escoger entre una lista sustancial de teatros que presentan semanalmente obras para públicos de diferentes edades, tanto de dramaturgos venezolanos como de extranjeros. Algunas de las instituciones culturales que destacan actualmente son el Teatro Trasnocho, las salas de la Casa Rómulo Gallegos, Celarg; el Teatro Teresa Carreño, Centro Cultural Corp Banca y algunos teatros recientes que, aunque poseen instalaciones para la presentación de obras tradicionales, se han creado con la idea de establecer una propuesta novedosa, calificativo que ellos utilizan para describir su concepto de teatro.


Ejemplos de esto son Teatro Bar y Teatrex. El primero sirve como espacio para diferentes medios artísticos, desde conciertos hasta stand up comedy. El segundo, manifiesta que es “una nueva manera de disfrutar el teatro”. “Le ofrecemos confort, seguridad y calidad”, se lee en su página web www.teatrex.com.ve


“La realidad cultural del país reduce la oferta del espectáculo teatral, porque hay de por medio un tema económico. Hay talento, ¿pero cómo se paga eso?, ¿cuánto cuesta eso?”, se cuestiona Castañeda, desde su visión de empresario. Pero su afirmación conduce a reflexionar en la repercusión que puede sentirse en el bolsillo del caraqueño. En Teatrex el costo de las funciones oscila entre los Bs.F.100 y los Bs.F.200. En el Teatro Trasnocho las obras para niños tienen un costo de Bs.F.80, y el valor de las piezas dramatúrgicas para el público joven y adulto es de Bs.F.100


Más cerca del espectador

Pensando en el público el teatro en espacios no convencionales no sólo resulta más amistoso con las finanzas de su audiencia. También busca crear una relación más cercana con ella. “Hay un deseo de acercarle el teatro a la gente, de ofrecérselo en otro tipo de espacios, en otro formato, para que así llame la atención y despierte el interés de las personas que quizás nunca habían sido asiduas”, explica Marysol Gómez.


Igualmente, existe la necesidad de “acercar más al público, rompiendo protocolos y costumbres que distancian y alejan del teatro”, expone el director del Teatro Altosf, para quien la representación tradicional es “una concepción teatral que ya hace tiempo se ha convertido en antigüedad, en pasado, en rémora de otras épocas”.


Para De Petre la esencia del teatro actual se basa en la creación de experiencias y no en la simple contemplación de la pieza que se desarrolla en el escenario. “El teatro, antes que nada, es ese fenómeno humano que vincula al espectador con los actuantes”, declara.


La obra es trasladada fuera de su zona de confort, las salas, y es llevada a lugares donde tiene un contacto directo con el espectador: mientras come un postre en La Guayaba Verde, se toma unas cervezas con sus amigos en el Teatro Bar, o mientras recorre los títulos que están en las estanterías de la librería Kálathos o Las Musas, en las cuales el Teatro de la Uva ha interpretado algunas piezas.


Cultura en Caracas

Actualmente este grupo teatral no está trabajando con mucha regularidad porque algunos de sus miembros se encuentran en el extranjero. Marysol Gómez se dedica a estudiar teatro en París, y desde allí dirige y coordina las actividades en conjunto con sus compañeros en Venezuela. Alega que su estadía en el país europeo le ha permitido visualizar el estancamiento cultural que vive el venezolano. “Vivo en una ciudad que está activa culturalmente todos los días de la semana a cualquier hora. A Venezuela le hace falta algo de esto, nuevas opciones, nuevos retos, arte novedoso”, comenta.


En las giras realizadas por el Teatro Altosf en América y Europa han encontrado muchos casos de teatro en espacios alternativos. “En Argentina por ejemplo, y específicamente en Buenos Aires, se hace teatro en garajes, en lo que eran usinas eléctricas, en pasillos, en casas antiguas”, señala De Petre. El dramaturgo expone estadísticas reveladoras sobre el desarrollo de esta forma de teatro en dicho país: “En la cartelera se ofertan hasta 250 obras teatrales en un día y tal vez sólo el 20% correspondan a salas propiamente de teatro”.


El teatro en espacios alternativos es para Gómez un paso hacia la cristalización de ese “arte novedoso”. “El boom teatral que se ha despertado en los últimos meses espero que tenga una evolución importante y trascendental, y no que se quede, como siempre, atrapado en la historia”, agregó.


Con esta visión de hacer y disfrutar el teatro, los grupos actorales buscan renovar el panorama cultural en el país, y con ello acercar al caraqueño a experimentarlo. De Petre opina que: “El teatro atraviesa una época signada por el espectáculo. En esta cultura del impacto y la sofisticación tecnológica, está olvidándose la esencia de este arte: seres humanos revelando a otros seres humanos misterios de la existencia para ayudarnos a dar un paso en la ascensión del ser”.

Las piezas teatrales representadas en espacios no diseñados para su puesta en escena son la manifestación de una nueva manera de presenciar el arte dramatúrgico, que se hace público y sencillo. Marysol Gómez afirma: “Si bien ya todo está dicho en este mundo, lo que cambia es la manera de decirlo”.

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Vínculos de interés


miércoles, 30 de marzo de 2011

María Fernanda Hernández: Soy una cumanesa internacional

María Fernanda Hernández, ingeniera civil venezolana, es reconocida por la Universidad HafenCity de Hamburgo como la mejor estudiante extranjera al recibir el premio DAAD; siglas en alemán de Servicio de Intercambio Académico Alemán
Indira Rojas


El premio DAAD me fue entregado en el marco de bienvenida de los nuevos alumnos del semestre de invierno 2010. Había música en vivo, comida y bebida para celebrar el inicio del semestre. La sala estaba repleta y yo debía pronunciar un breve discurso ante no menos de cien personas, entre las que se contaban estudiantes, directiva de la universidad, profesores y representantes de algunos gremios dentro del instituto. Me sentía muy nerviosa, yo juraba que para este evento no venía mucha gente. De hecho, yo no pude asistir a la bienvenida cuando comencé a estudiar en la Universidad de la HafenCity de Hamburgo.


A los nervios se sumaba el hablar en alemán frente al público, frente a tantas personas de la directiva. Sin embargo, el acto fue muy bonito; porque además la Oficina Internacional estaba muy emocionada, era la primera vez que el premio era otorgado en mi universidad. Incluso, entre las personas que luego se acercaron a felicitarme se encontraba una muchacha con la que cursé la materia de Diseño hace dos años. Me pidió algunos consejos porque empezó a estudiar la maestría en planificación urbana que yo acababa de terminar.


Para mí fue una gran sorpresa recibir este premio. De hecho, cuando me llamaron para notificarme que había ganado yo en realidad pensaba “no quede seleccionada por el jurado”. Y lo creía así porque la Oficina Internacional de la universidad indicó que máximo a finales de septiembre se daría a conocer el ganador del reconocimiento. Y septiembre pasó y yo no había recibido noticias de ellos, por lo que juraba que otro estudiante había calificado.


Recuerdo que me llamaron y yo no pude contestar en un primer momento, así que me dejaron un mensaje. Cuando lo oí me entró una gran emoción y estaba muy contenta. En ese momento me encontraba sola, y no lo podía creer. Corrí a llamar a mi esposo inmediatamente y esperaba ansiosa que fuese de día en Venezuela para contarle a mi familia. Yo conocía a la persona que se había comunicado conmigo, por lo que el mensaje que había dejado era súper emotivo; me decía exaltada que yo era la ganadora del premio.


Uno o dos días después, al sentarme a revisar mi correo, leí dos mensajes de mi hermana donde mencionaba que dos periodistas en Venezuela habían publicado algo sobre el reconocimiento en twitter, y que Nelson Bocaranda era uno de ellos. Quedé en shock.


Luego Globovisión me contactó para una entrevista. Yo me encontraba en casa de una amiga con su mamá, ellas estaban súper emocionadas y yo muerta de los nervios. Temblaba. En menos de quince minutos me dicen: “Estás en Aló Ciudadano en este momento”. Todo fue tan rápido que no pude avisarle a nadie, aún así recibí muchos correos y llamadas por Skype de amigos y familiares que habían visto el programa.


No puedo contar la cantidad de personas que me han contactado por esto, más de 200 fácilmente. Soy de Cumaná y allá la noticia provocó mucha euforia. Mis padres y mis suegros estaban como locos, mis amigos también. La verdad, viví la emoción del premio a través de ellos. Creo que no lo había asimilado hasta que pasó todo esto.


No hay palabras para describir lo bonito que se siente ser portadora de buenas noticias para mi país, que tanto las necesita. Como la gran mayoría de los venezolanos que nos encontramos fuera, quiero volver a mi país y hacer un aporte para construir la Venezuela que todos queremos, soñamos y merecemos.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Eduardo Sánchez Rugeles, un observador de historias



Indira Rojas


El sol del domingo se dobla por las esquinas de La Estancia. El lugar, que hace las veces de burbuja urbana, deja colar un silencio que le gana espacio al bullicio de la avenida Francisco de Miranda. “Le pasé como cuatro años por enfrente y nunca vine.

En una oportunidad un amigo me invitó y me dijo,‘encontrémonos en La Estancia’, y yo me fui al restaurante de La Castellana creyendo que era allí”, comenta Eduardo Sánchez Rugeles, joven escritor venezolano, mientras marcha conversador hacia este centro de arte, lugar seleccionado para dar pie a la entrevista.

A sus 33 años ya sufre del mal caraqueño del cansancio, y entre la frustración, el fracaso, un sueldo limitado y un proyecto de matrimonio tomó el camino del cambio radical y se instaló en Madrid hace tres años. “Me casé un viernes y nos fuimos un domingo”, dice.


Deja de hablar, ríe ante el último comentario, mira a su alrededor, y esconde la mirada. Los ojos grandes y la boca temblorosa al hablar delatan timidez y nerviosismo. Sin embargo, se le escapa sin miedo una desafiante crítica, hacia su generación y hacia sí mismo, minada por la experiencia como docente que le mostró jóvenes con dudas, con cuestionamientos y con ideas. Al verlo es fácil darse cuenta de que escribe, piensa, inventa. La camisa a cuadros, los lentes de pasta, los zapatos negros que marcan pasos pausados y silenciosos. Todo en su sitio pero la mirada en ningún lugar. De hecho, Sánchez Rugeles es ganador de la primera edición Premio Iberoamericando de Literatura Arturo Uslar Pietri, por su novela Etiqueta Azul.

Al oírlo se confirma la presencia del literato, su sintaxis tiene un sello particular y la constante observación de lo que ve se traduce con facilidad en su lenguaje, en la conversación, en el hablar. Sin embargo, no se aleja de lo coloquial y no cae en el tecnicismo que resulta pedante. En efecto, no se siente erudito.

Sánchez siente complacencia por sus solitarias maneras. “Soy bastante distraído, pero me gusta ser así porque estoy en mi mundo”, afirma. “Las multitudes me asfixian”, “me gusta caminar por la ciudad”, “soy flojo”, “soy malo para la vida práctica”, va confesando el escritor.

Su literatura, en efecto, conserva la voz de este mundo aislado donde Sánchez vive felizmente. Con énfasis y satisfacción manifiesta: “El fatalismo estético me gusta, el personaje amargo y triste”, y se le escapa una sonrisa dedicada a sus historias y a sus protagonistas.

Sin embargo, su afición por la calma, el silencio y la pasividad no lo convierten en un ermitaño de la montaña, aunque sí en un joven curioso que no encuentra mucho placer en la vida social, y prefiere visitar ruinas rumanas antes que ir a la playa.


Un mundo para Sánchez

Las diferencias en preferencias vacacionales se han traducido en leves conflictos a la hora de orquestar un plan de viajes con su esposa. A Beatriz Catro le gusta la arena y las olas, a Sánchez la montaña solitaria y los destinos raros le provocan fascinación.

Rumania, Croacia y Malta son algunos de los lugares que ha recorrido. El silencio de la historia que se deja escuchar en éstos y ver a las personas en su ambiente le llama con fuerza. Visto así, se puede imaginar a Sánchez vestido como arqueólogo meditando en la mitad de ciudades y pueblos ignorados por el mundo.

“No he ido a Barcelona, no he ido a París, ni ha Berlín pero me conozco toda Rumania, desde Cluj-Napoca hasta el Mar Negro”, comenta. Su novela Transilvania germina en estos lejanos parajes, en una montaña perdida en medio de los Cárpatos. En su camino se topa con un cartel que reza “Estados hermanos de Sibiu”, el cual despierta su olfato literario al ver que entre las ciudades enumeradas se encuentra, en tercer lugar, Valencia, Venezuela. Ese ojo para el detalle está desarrollado en la distracción, aunque esto suene irónico o absurdo. “Soy distraído, pero me gusta porque me quedo en mi mundo pensando en historias… en pendejadas”, y cierra con una sonrisa de complacencia.



El va como paseando, como creando mientras camina. Va por la calle, ve gente, ve cosas. “Me gusta fabular lo que la gente hace, lo que la gente dice, incluso venezolanizar a los españoles”, confiesa Sánchez. Va haciendo crónica de sus observaciones mientras habla, dice que en el metro y en el bus imagina a las personas resolviendo sus conflictos “al estilo venezolano”. Conflictos de amor, desamor, y dinero, que son las temáticas favoritas que se oyen entre los murmullos de las calles españolas.

“Está pasando algo y yo no me entero”, agrega, retomando el asunto de su naturaleza abstraída. Surge una anécdota rápida, que para algunos suena alarmante aunque a Sánchez parece causarle una especie de gracia cínica. “Una vez, ya viviendo en Madrid, se disparó la alarma de incendios. En ese momento yo veía un partido. Sabía que sonaba una alarma, pero ni pendiente. Cuando mi esposa llega al lugar los bomberos están abajo, y ella comienza a llamarme: ‘¿Dónde estás tú? ¿Qué estás haciendo ahí? ¡Baja ya!’”.

El novelista concluye que no tiene remedio. No sirve para la vida práctica, “soy un inútil para eso”, dice, divertido con los efectos de su defectos. A veces toma el metro en sentido contrario al que debería ir, y en ocasiones la cena se transforma en un verdadero desastre. “En una época mi esposa llegaba tarde a casa, y se supone que yo debía hacer la cena. Pero cocinaba a última hora, y todo salía horrible porque no planificaba la comida. Debía salir a comprar ingredientes a último minuto, me faltaba alguno, debía volver al supermercado”. Su noción de cuánto dinero dispone en su cuenta no es exacta, y confiesa que a veces sólo tiene una vaga idea de cuánto puede gastar.

La disciplina es sólo santo de su devoción a la hora de escribir. A demás, asegura que recibió mucho apoyo de su familia en este asunto de dedicarse a la literatura. Su conciencia de amor hacia las humanidades llegó temprana y diáfana. “De hecho, tengo borradores de novela de 4to y 5to año de bachillerato, que espero no existan”, manifiesta rememorando quien sabe qué de esos años de camisa beige.

Sánchez le huye a su definición, a su descripción, al bosquejo de sí mismo. “No me gusta definirme, creo que esto es más fácil para el otro, porque a veces puedes pecar de pedantería, falsa modestia, visión limitada”. Para él el concepto del principio es un punto para problematizar, “te puedo decir que como docente fui honesto, pero eso no me hace un tipo honesto”.

Top de favoritos

Caminar por la ciudad e ir pensando anacrónicamente con ella es, sin duda, el pasatiempo recurrente de Sánchez. La caminata parece que lo nutre. La ciudad parece que lo absorbe.

Y así sucede con el cine, el escritor parece haber estudiado bien el comportamiento de las películas y su audiencia en España. Menciona que hay un circuito de salas que proyectan los films con subtítulos, y que a estas salas concurre gente “a la que realmente le gusta el cine”. El costo de la película es más elevado, pero valora al “circuito subtitulado” por ofrecerle una experiencia “menos traumática”. Así llama aquellas tardes de película, donde la bulla y las cotufas voladoras son las protagonistas. A demás, el autor de Etiqueta Azul subraya: “Me niego a ver a Robert De Niro hablando con acento español”.

Otras de sus pasiones es el deporte, “soy un aficionado del fútbol”, declara. Pero Sánchez no tiene una figura atlética, ni actitud de atleta, ni disciplina deportiva. El fútbol por el cual el escritor de 33 años declara su pasión es el que juega y ve en la pantalla del televisor. Su esposa le regaló el PlayStation sólo para que pudiera jugar FIFA, y así sustituir los partidos en computadora por un verdadero juego de consola.

 

En la música se describe como “ecléptico”. Una triada poderosa conforma su referente musical: Fito Páez, Joaquín Sabina y Andrés Calamaro. “Enrique Bunbury está entrando a este grupo selecto, él es muy raro pero interesante”, agrega.

“Por Bunbury descubrí a Nacho Vegas, y me gusta mucho. Es un asturiano medio rockero, pero al mismo tiempo tiene algo de Silvio Rodríguez”. Los labios se expanden con soltura, y ríe con un poco de timidez. Aclara que no tiene prejuicios con la música, y que escucha de todo. Sólo hace dos excepciones: Ricardo Arjona y el reggaetón. Enseña una lengua burlona y frunce el entrecejo para enfatizar su rechazo.

Entre las artes plásticas Sánchez se inclina por la pintura. “El arte clásico lo sigo con interés, de hecho fui profesor de Historia del Arte”, expresa. Habla con propiedad de la vanguardia, del siglo XX, de sus gustos por Picasso y Dalí. Su rostro cambia con una nueva mueca cuando comienza a opinar sobre el arte contemporáneo, “tengo mis conflictos con él”, indica. A ciertas expresiones las califica como “dadaísmo chimbo”, aunque rescata la tendencia a la trasgresión de los espacios, que va más allá del lienzo.

Las cervezas en la barra y el compartir con sus amistades no escapan de sus actividades favoritas. “No soy solitario al extremo, también tengo mi círculo de amigos”, alega.

El profesor Sánchez

Las editoriales, la prensa y la opinión pública lo llaman escritor, pero Sánchez fue primero profesor de Educación Media, un trabajo que marcaría sus perspectivas y le traería un cambio de vida. Laboró durante tres años en el Colegio San Ignacio de Loyola, el cual visita sin falta cuando está en Caracas para “alterar un poco la melancolía”. En Madrid la experiencia con sus alumnos, y la docencia en general, se convirtió en nostalgia. De hecho, Etiqueta Azul es una obra que aparece sola arrastrando un momento oscuro de Sánchez que involucra el extrañamiento del colegio, y sus personajes son el producto procesado de un grupo de alumnos que construyeron en Sánchez un arraigo imperecedero. Como una acotación recurrente, redundante, incluso retumbante, Sánchez no puede dejar de repetir “disfruto mucho la docencia”.

Los ojos de Sánchez

En comparación con otros de su generación, Sánchez se reconoce como autocrítico. Sus ojos, su manera de observar, están minados por las interrogantes y el deseo de demostrar que no viene de una Venezuela perfecta. “Para mi generación nosotros somos chéveres, somos de pinga, somos los más arrechos. Es difícil encontrar un interlocutor que diga ‘esto es una mierda’”. El novelista lo dice con decepción, tal vez con un poco de molestia. Constata que por ello se lleva mucho mejor con los jóvenes de la actual Venezuela, a quienes considera individuos que tienen algo que decir, y que se plantean cuestionamientos.

No es partidario del actual gobierno, “el chavismo me parece perverso y trágico”, dice con un tono de fastidio cansado. Afirma que no tiene estómago para escuchar hablar a quien no tiene nada que decir, y detesta la sifrinería extrema, tanto como el “toderismo”; concepto que Sánchez formula para hablar de los falsos eruditos con complejo de “sabelotodo”.

Sin embargo, sus peores enemigos son los grandes y temibles gurús. Los gerentes, los magnates, los encargados de las editoriales, los intelectuales deformados a autoridades indiscutibles. A ellos les arruga la cara y les manda un saludo poco amigable. En efecto, Sánchez no quiere emborracharse en su éxito y procura cuidarse de convertirse en un gurú de la literatura venezolana.